En los últimos años, los paneles solares se han convertido en un elemento común dentro del paisaje urbano y rural en todo el mundo por el auge del autoconsumo fotovoltaico.
El boom de esta modalidad de autoconsumo, que contribuye además a la lucha contra el cambio climático, se ha producido gracias a los avances tecnológicos, a la bajada de los precios de los elementos que componen la instalación, a la suavización de los trámites administrativos y a las ayudas a nivel local y estatal.
La presencia de paneles solares ha aumentado en los últimos años asociado al auge del autoconsumo fotovoltaico.
El término «fotovoltaico» está compuesto por los vocablos «foto», proveniente del griego phos —luz—, y «voltaico», un término del campo de la electricidad que homenajea al físico italiano Alessandro Volta, el inventor de la pila. La energía fotovoltaica es, por tanto, aquella energía producida por la luz. Aunque la era moderna de la tecnología solar arrancó en 1954, cuando los Laboratorios Bell descubrieron accidentalmente que los semiconductores de silicio dopado con ciertas impurezas eran hipersensibles a la luz, los paneles solares no empezaron a producirse en masa hasta la década de los noventa. En la actualidad, son pieza fundamental en el auge del autoconsumo fotovoltaico, la forma más extendida de autoconsumo eléctrico.
QUÉ ES EL AUTOCONSUMO FOTOVOLTAICO
El autoconsumo fotovoltaico se produce cuando personas o empresas consumen energía producida en instalaciones de generación fotovoltaica próximas al punto de consumo. Además de los propios paneles solares, las instalaciones de autoconsumo fotovoltaico se componen de otros elementos como inversores, cables, conectores y, opcionalmente, baterías. Esta modalidad de consumo no solo supone un ahorro en la factura de la luz, sino que también contribuye a frenar el cambio climático al utilizar energías renovables.
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